Casi 22º, siete y media de la tarde.El sol aún está por encima de los tejados.Desde mí ventana casi rozan paralelos sus últimos rayos aunque la tarde parece esforzarse para no irse.
Las ramas de los álamos frente a mí ventana, se humillan de costado a la caricia del viento que de vez en cuando sopla con poca fuerza, no pueden ofrecer mucha resistencia porque solo llevan tres semanas que les aparecioron las hojas y aún estan tiernas.
Ya han anidado una pareja de urracas y otra de palomas turcas que a cada rato entran y salen de entre sus ramas.Una cigüeña cruza planeando ráuda con algo en el pico, tiene su nido en lo alto de la chimenea que dejaron como recuerdo al horno de una cerámica cercana a la ciudad que se adueñó de sus terrenos,hoy rodeada de altos edificios. Ya no emigra, permanece con nosotros todo el año, claro, tiene comida en el vertedero de la ciudad.A veces se posa sobre la antena de televisión de mis vecinos de enfrente y alli hace sus «poses» o abre las alas para secarse cuando llega mojada por la lluvia. Hoy ha sobrevolado el tejado y estara en su nido .Ya no volvere a verla hasta mañana cuando salga a buscar su diario sustento y regrese de nuevo a su nido a pasar la noche.
Tambien he observado que han llegado los vencejos, no muchos pero veo algunos con sus rápidos vuelos como si fueran «aviones». (De pequeño en mí pueblo los llamabamos aviones.)
El jardinero ha cortado la yerba esta mañana y la pradera junto a la piscina ya no ofrece esas margaritas blancas las ha hecho desaparecer con su «segadora».
El agua de la piscina esta «verde obscuro», no parece muy sucio pero tiene hojas que el viento arrincona junto a los bordes.
Ha llegado la primavera casi sin darnos cuenta hace ya unos días, pero este maldito » Corona-Virus» que nos está machacando no nos ha dejado disfrutarla. Asomado a la ventana, viendo la calle sin gente, me deprimo, no se escuchan las voces de los niños de la escuela cercana, esta CERRADA como nosotros, parece que no hay vida.Pero la primavera sigue y no se detendrá pero no podremos disfrutar de ella, nos queda el recuerdo del tiempo pasado, de los paseos junto al «padre Ebro» escondido entre las malezas intentando localizar alguna garza real pescando o las vivarachas gallinetas que pierdes de vista tan rápida como la visiòn en que las localizaste.
Aparecen unos rayos de sol por la ventana, son casi los últimos antes de su despedida diaria.Cuanto me gustaría verlos poniendose sobre el mar y dicen que su último rayo al ocultarse se irisa y es de color verde.El rayo verde, el último de la tarde.
He de salir al balcón, quiero sumarme al aplauso diario, son las 20 horas de un 30 de Abril de 2020.