A veces es difícil de expresar lo que uno siente en su interior, porque te rodea un ambiente de murmullos y palabras que te sacan del ensimismamiento por el que divagas en tus pensamientos.
Hoy me ha ocurrido.Estaba metido entre tanta gente, que podía sentir el agobio dentro de mí. Saludos, manos, abrazos, también lágrimas, por que no.Todo se juntaba en pocos minutos.
Entro. De pie, frente al cristal observo casi sin respirar un féretro de perfectas líneas rectas y limpias y en su parte alta una cruz también, sin el Cristo que otras veces se hace acompañar.Todo es silencio, miro el féretro con la cruz y una corona de flores en la que solo acierto a leer … HIJOS… Una leve brisa mueve la cinta en la que figura parte de la inscripción que no puedo completar, aunque la imagino.
Quiero llorar en ese momento y no puedo.Me siento en una silla que hay junto a la pared y sigo mirando trás el cristal ese túmulo donde dentro adivino la imagen que desde hace tantos años era una sonrisa, la de mí primo Francisco-Manuel (Manolo para mí).
Salgo del habitáculo y a pocos metros por el pasillo, me detengo frente a unos amplios ventanales. Al otro lado hay un bosquecillo que adivino como un parque-jardín con muchos árboles, destacando unas palmeras, que ofrecen sus amplias ramas casi hasta el suelo, me regocijo en ellas y guardo mí llanto, acaso por vergüenza. Quizás se revuelve en mí un desprecio por la muerte, se ha llevado a alguien a quien quería.
Alguien dijo y es bien cierto que la Muerte «está tan segura de su victoria que nos concede una vida de ventaja.» ¡¡ Adiós primo Manolo!! En tú frente inerte y fría un beso sello nuestra despedida.
(En Madrid 5 de Septiembre de 2023) Tanatorio de S, Isidro